domingo, 31 de agosto de 2008

Los girasoles ciegos

Bajo la esfera de la guerra civil, una historia resalta como la que más. La de una familia que vive escondida, viven una vida que no es la suya. Elena, personaje maravillosamente interpretado por Maribel Verdú, que le da una fuerza y un saber estar impresionante, tiene que tirar de su familia porque Ricardo, al que da vida Javier Cámara, no puede salir de su casa. Durante la película pensé lo terrible que tiene que ser estar encerrado durante cuatro años (el filme está ambientado en 1940) simplemente por tus ideales, por ser rojo, por miedo, miedo a un sistema que seguramente acabaría con su vida o lo tendría entre rejas, ¿pero no estaba acaso en una cárcel?
En medio de ellos Raul Arévalo, un diácono que se obsesiona por Elena. Es uno de los protagonistas de la película y tiene en la cabeza un lío tan tremendo que no puede controlarse.
Los ojos que siempre están pendientes son los de Lorenzo es un niño muy listo, tiene que mentir al igual que Elena durante toda su vida y siempre lo entiende todo.

Por otro lado, Elenita y Lalo, ella, de 16 años y embarazada, él, poeta comunista, huyen hacia Portugal pero pocas veces se consigue lo previsto.

En conclusión una película que merece la pena ir a ver (española como las que siempre voy a ver al cine), tiene mucha fuerza, es triste sí pero te das cuenta de que la vida hay que vivirla, disfrutarla y de que tenemos que ser conscientes de la libertad que tenemos, algo por lo que muchos lucharon.

viernes, 29 de agosto de 2008

En busca de una entrevista

Ayer, 11:20, me levanto para ir al periódico. Tengo a las 12:00 una entrevista telefónica con Presuntos Implicados.
12:00- Entro en El Correo de Andalucía -mi compañera de tele me dice que ya han llamado un par de veces de la entrevista y que no estaba, ¿La entrevista no era a las 12? En fín, me dice que han pasado a otro periódico y que después me llamarán.

13:15- Llamo a la discográfica del grupo porque nadie llaman. Me preguntan que por qué no estaba a la hora acordada y finalmente quedamos a las 14:00 para la entrevista. Me marcho a la biblioteca de la facultad para estudiar un ratillo.

13:45- Vuelvo al Correo por si llaman antes de tiempo.

14:30- Llamo a la discográfica porque nadie me había llamado. Me dicen que están comiendo y que llame a partir de las 16:00. Me voy a comer a casa de mi ángel pero antes de irme me dice el conserge, "¿Dónde estabas que han estado llamandote mil veces y te he pasado las llamadas y nadie lo cogía?". ¿¡Qué donde estaba!? Pues al lado del teléfono. Vuelvo a llamar a la discográfica para ver qué es lo que ha pasado y después de no creerme y preguntarme: "¿A qué hora vas a estar ahi DE VERDAD?", quedamos a las 17:00.

16:45- Llego al periódico, otra vez, temprano por si llaman antes.

17:20- Vuelvo a llamar a la discográfica porque nadie me llama. Me dicen que van a averiguar si se puede hacer la entrevista.

17:45- Llamada a mi mvl de la discográfica (les dí mi mvl por si había problemas con la línea de teléfonos. NO SE PUEDE HACER LA ENTREVISTA. Me citan el lunes 1 a las 12:00 y me dicen "Intenta estar ahi, por favor", ¡Cómo si no hubiese estado!


Resolución: El lunes 1 yo no trabajo porque tengo un supuesto examen (tengo que entregar un trabajo) y la entrevista la hará un compañero mío. Asi que, después de una mañana perdida, no hago la entrevista. Con la ilusión que me hacía hacerle una entrevista a alguién famoso....Bueno otra vez será.

miércoles, 27 de agosto de 2008

La ira se haya en muchos animales, la sabiduría en el hombre


La respiración se acelera. Cerramos los puños con fuerza. La mandíbula se tensa. Los ojos se salen de las órbitas. Tiras, golpeas o rompes cualquier cosa que esté a tu alcance. Todo un conjunto de manifestaciones que denotan nuestra ira.
La ira es tratada por la Iglesia católica como el deseo de venganza. La etnia gitana, tradicionalmente, es experta en esto. El tomarse la justicia por su mano viene derivado de la rabia que sienten hacia la persona que les ha hecho mal. No pueden esperar a que la justicia actúe. La justicia de los gitanos no tiene lista de espera.
La mayoría de la gente hemos sentido rabia alguna vez en la vida, pero es un sentimiento que tendemos a controlar. No queremos perder los papeles. Por lo tanto, sentimos ira pero sin llevarla a un nivel destructivo. Pero la gente sorprende. Cómo estamos todo el día controlando nuestras emociones coléricas, llega un día que las personas que tienen un umbral de ira muy alto no pueden controlarse más, la última gota colma el vaso y adiós al vecino del 1º B o a su esposa, o al camarero del bar de la esquina,... entonces todo el mundo se pregunta: "¿cómo ha podido ser, si era una persona tan tranquila?" Con alguien de mal carácter todos hubieran estado prevenidos.
Por esta razón, es mejor manifestar las emociones que guardárselas en una mochila de mal humor. Si algo te ha sentado mal, no te lo calles. Es mejor que una explosión que arrase con todo lo que esté a su alrededor. Esto me recuerda al capítulo de Los Simpsons en el que Flanders estalla de cólera por que sus vecinos le construyen, con toda su buena intención, una casa deshabitable. Toda la rabia contenida durante su vida, reflejada en pequeños diminutivos absurdos, estalló en un sólo segundo. Las cosas se pueden solucionar con una pequeña discusión. Es un consejo de la Dirección General de Convivencia.

lunes, 25 de agosto de 2008

Borrando malos sentimientos


Necesitaba que aquello que sentí una vez quedase en un mal sentimiento. Necesitaba volver a mis raíces sin sentirme lejano a ellas, sin sentirme fuera de lugar. Necesitaba querer a mi gente y sentir que ellos me quieren a mí. Necesitaba que el texto que escribí en una cochera en mi pueblo natal en el que no me encontraba pudiese volver a leerlo dándome cuenta de que simplemente fue una malnoche:
“Nada se parece a lo que había antes. Las tardes en bicicleta, el sol radiante, las noches sentados en la avenida, las risas,... y, ¿ahora qué? Ahora, sentado a medianoche sólo en un sillón marrón con un cojín a la espalda escribo lo que nunca más volverá a ser.
Extraños, un ¿qué tal todo?, miradas de cariño lejano, un bien que oculta toda una vida que no merece ser contada, rodeado de extraños a los que llamo familia, sentimientos que están escondidos por doscientos kilómetros que hacen que no nos conozcamos.
¿Qué contar de mi vida en tan sólo una frase? Es tan distinta a la anterior que nada podría resumir mis pensamientos.
Un bebé que va creciendo, una niña que conserva vagos recuerdos de mí, juegos que hacen que no me olvide nunca, pero yo no sé que decir. Silencio. Un silencio aterrador que me aleja cada día de aquel lugar en el que un día fui féliz, de aquella gente que me hacía féliz”.

Aquellos sentimientos quedan borrados por un pincel que pinta positividad. Nada queda en el olvido, simplemente la distancia hace que nuestras vidas giren sin aquellas personas pero ahora sé que aunque estemos lejos, seguimos estándo ahi. Tres fotos me han vuelto a juntar con mis primas preferidas, una chapa de Epi hará que mi bicho me siga recordando, un dulce glaseado que mi tita guarda para mí hasta el final, mi madrina que me sigue queriendo como antes, una prima a la que, como siempre, no le puedo dar besos porque pincho, mis abuelos, con la misma energía y las ganas de vivir de siempre, mi prima mayor que recuerda como siempre el año en el que vivimos juntos, y siempre me dice entre risas: “Yo le dije a tu madre que algún día te llevaría a tu casa borracho como una cuba”, hoy hemos estado a punto de conseguirlo... Muchas cosas siguen igual y esas cosas hacen que este fin de semana me haya vuelto a sentir féliz.

martes, 19 de agosto de 2008

La lujuria nunca duerme


Dos cuerpos enlazados cruzan sus miradas. El sentirse en el interior del otro les hace sentirse imprescindibles. 30 minutos de pasión. Nata, fresas y dos copas de champán. Éxtasis. Una copa se rompe. No importa. Lo que acaba de ocurrir es más importante que cualquier otra cosa. La lujuria atrapa a estos dos cuerpos que en tan sólo 5 minutos vuelven a disfrutar el uno del otro. Besos, mordiscos, caricias,... una espiral circular que no tiene fin. Las estrellas de la noche tapan sus ojos para no ver lo que ocurre en el piso número 22 de la calle Carretas. Desde las rosas que caen sobre el cuerpo de Mena Suvari en American Beauty hasta el látigo que golpea la espalda de un hombre vestido de cuero en las calles de Nueva York, la lujuria abarca un amplio abanico de sensaciones que no tiene fin. Es un pecado religioso pero un regalo de Dios (si existe, claro) para todos los mortales. Momentos en los que no existe nada más que ellos, que nosotros, que tú y yo,... creo que por uno de esos momentos merece la pena vivir. No lo convirtamos en algo frívolo, en algo que se olvide, en un rato de placer sin nombre, en sólo un rostro que difuminará el tiempo.

miércoles, 13 de agosto de 2008

El mismo amor, la misma lluvia

Jorge, un escritor dedicado a escribir cuentos que ni a él mismo le gustan para la revista Cosas, cosita para sus trabajadores. Un buen día, mojando su rostro con las gotas de la lluvia, conoce a Laura. Todo en su vida cambia.
Un hombre que no es capaz de hablar las cosas, q le cuesta luchar ante la comodidad, por sus sueños, un hombre al que la vida le sorprende con momentos para decir: "Seré boludo, estoy desperdiciando mi vida" y una mujer q se consigue todo lo que se propone. El mismo amor, la misma lluvia. Gran film.

Quizá haya alguién que diga que yo soy un poco como Jorge, que se yo, pero aunque me cueste expresar lo que siento, aunque ella lo tenga que decir por mí, y aunque a veces me cueste luchar por mis sueños, hoy tengo que decir que vuelvo a confiar un poco más en ti (ella sabe quién es), en nosotros,...


Porque no vuelva a ocurrir lo del 11 de agosto de 2008. Nunca.

viernes, 8 de agosto de 2008

La vie en rose con dos personas q me hacen la vida más rosa


Se presenta como un cabaret, negro, blanco, cuatro mujeres, dos hombres, sombreros negros, corbata blanca en una de ellas, comienza el espectáculo.

Comienzan los monólogos, mujeres que quieren pasar de su marido, un tal Ramón, con el que nada tienen q decirse, sólo que ya podía tocarla un poco más, humedecerla dicen. Un niño con padres divorciados, unos padres que no saben como criar a su hija ni como criarse ellos mismos, un baile coplero en el que la pareja no puede con sus cosas aunque saben que seguiran siendo "mi mario'", cuatro madres, cada cual más pintoresca que desearían que sus hijos no hubiesen nacido ("una pava, mi hija es una pava", "aver si mi hijo me sale maricón", "pero este niño no probará hombre y esos depravados ya no querrán su cuerpo",...), todo ello acompañado por bailes sensuales que hicieron que en vez de en el público me hubiese gustado estar en el escenario.

Este fue el eje central de una noche q comenzaba extraña, una camino semiabandonado por no decir abandonado nos llevaba a Guadajoz, una pequeña aldea de Carmona, supongo q será así, a una caseta que me recordaba muy mucho a la de mi pueblo, una hamburguesa por un euro, y un teatro en el que había de todo menos respeto por los actores, niños chillando, correteando por todos lados,... en fín, que mucha profesionalidad tuvieron los actores para soportar eso.

Todo esto compartido con dos mujeres que tienen las mismas iniciales (M. S.), las mejores para esta ocasión.

Como voy a empezar a decir a partir de ahora, un aplauso para ellos.

jueves, 7 de agosto de 2008

La envidia es una declaración de inferioridad


La envidia es algo que nace desde pequeñitos. Cuando tenemos un hermano/a (ahora hay que decirlo así para que nadie se ofenda), después de haber sido el primogénito o el pequeño de la familia, sentimos envidia porque todas las caricias y carantoñas van hacia esa “cosa minúscula que sólo llora, duerme y ...” -hace sus necesidades, querrás decir-. Entonces, empiezas a llamar la atención con travesuras y todos dicen: “Ay, que se está poniendo celoso de su hermanito/a (lo reitero)” No son celos, es envidia. Queremos estar en la piel de esa “cosa” y aunque nuestra piel siga siendo lisa y agradable de tocar, ahora nos toca limpiárnosla nosotros solitos porque nuestra madre ya tiene otra ocupación.

Desde la más tierna infancia sentimos envidia, sentimiento que nos acompaña el resto de nuestra vida. La envidia genera malestar con uno mismo y con la persona que nos gana en esa competición perdida de antemano. Pero lo único que pasa es que nos sentimos inferiores. Sentimos que cualquier foto que cuelga en las paredes de nuestra habitación es mejor que nosotros. La envidia no deja superar este sentimiento de inferioridad, al contrario, incentiva más el que nosotros somos peores. Según el prestigioso psicoanalísta Harry Snack Sullivan la envidia es “un sentimiento de aguda incomodidad, determinada por el descubrimiento de que otro posee algo que sentimos que nosotros deberíamos tener”, y esta incomodidad es la que hace que perdamos autoestima.

En el mundo del teatro hay mucha envidia, papeles que querrías conseguir y los consigue otro compañero, un director que escoge a tu amigo en vez de a ti, momentos que hacen que creas que el otro vale más que tú. Este sentimiento lo único que hace es que pierdas autoestima, algo esencial para un actor. La envidia tiene poco de positivo. Aprendamos a valorarnos. Conocer las virtudes y los defectos de cada uno puede hacer que no querramos ser ningún otro.

lunes, 4 de agosto de 2008

Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría

Según Fernado Sabater, ser soberbio es “basicamente el deseo de ponerse por encima de los demás”. Si esto es así, existe mucha soberbia en nuestro mundo. Nadie quiere ser menos que nadie, eso también es cierto y positivo, pero lo que sí es negativo es el hecho de que no queramos ser “del montón”, sino destacar siempre y eso, cuando para ello hay que pisotear al prójimo, sí es un pecado capital.
En el mundo en el que vivimos hay muchos campos en los que si no sobresales no eres nadie, pero no es obligatorio para ello caer en la soberbia. La semana pasada entrevisté a José María Villegas, un pianista que a sus 19 años es todo un portento. Muchos podrán pensar que en un mundo tan competitivo como el de la música clásica, Villegas ha tenido que lucir soberbia como traje principal y pasar por encima de todos sus compañeros de Conservatorio. Nada más alejado de la realidad. “Yo me fijo en mi carrera no en la de mis compañeros y, además, siempre intentamos ayudarnos. Trabajo sin distracción es la clave del éxito, no el intentar desbancar a los demás pianistas”.

A veces resulta imposible no ser soberbio cuando todo depende de que seas el mejor, el que lidere una gran masa, pero siempre hay que ser consciente de que los demás también cuentan y de que también tienen derecho a ser los mejores. Aunque tengamos destinos semejantes (la mayo-ría de los seres terrestres tene-mos uno parecido: el prosperar en la vida y el triunfar en lo que queremos), no es justo y, por eso sí puedo considerar a la soberbia como pecado, no religioso sino social, al menospreciar al resto de la humanidad.

viernes, 1 de agosto de 2008

Estrellas en el jardín


Recoger a una muy buena amiga en el areopuerto después de un mes sin verla (bueno, yo iba de copiloto, mi fiel acompañante, tenía las manos en el volante) ........... no tiene precio, darle un abrazo mientras un coche te pita por detrás para que te aligeres..........no tiene precio, cenar con dos de las personas más importantes de mi vida.........no tiene precio, beber en mi jardíncito cockteles creados de cualquier cosa........no tiene precio, bañarnos a las 2 y media de madrugada los tres a la vez, de un tirón, y con el agua más congelá que hirviendo.......no tiene precio.......


DORMIR EN EL CESPED LOS TRES JUNTOS EN UN COLCHÓN DE UN SOFÁ CAMA MIRANDO LAS ESTRELLAS Y PICÁNDOME LOS MOSQUITOS.....por supuesto,......


¡¡¡No tiene precio!!!


Porque pasarselo bien con la gente que quieres..........................no tiene precio.