viernes, 20 de marzo de 2009

Los abrazos rotos

(ADVERTENCIA: Si todavía no has visto la película, no sigas leyendo. Yo preferiría verla sin saber nada de ella, serás más libre en la recepción)

No puedo empezar este texto sin darle la enhorabuena, una vez más, a Almodóvar y a todo el equipo de El deseo por esta creación. Vuelve a no defraudarme -este es el miedo que uno tiene antes de ver una película de tu director favorito- de su obra, vuelvo a decir con la cabeza bien alta: "¡Adoro a Almodóvar!"
Los abrazos rotos es una historia de amor superramificada de la que nadie saca ningún provecho final. Dos épocas, una película de ficción dentro de la ficción, Chicas y maletas (a imagen y semejanza de Mujeres al borde de un ataque de nervios), un director, una actriz y un rico empresario. Ahí tienes un triángulo amoroso, que incentivas más aún si del director está anamorada su mano derecha -más que mano podemos decir ojos, pues el director es ciego-. No quiero adelantar más nada de la trama, así que no digo más.
El amor mueve montañas y en este caso son las negras montañas de Lanzarote las que cubren el abrazo de dos enamorados. Lena y Mario pueden ser quizá los dos desconocidos a los que, sin querer, Almodóvar fotografió. Su amor está unido por su pasión al séptimo arte, ¿eres capaz de dar todo tu cuerpo y tu alma por el cine?
Lluis Homar es el protagonista absoluto -interpretación extremadamente minuciosa- , sin embargo, Penélope Cruz se come la pantalla con su presencia en la mayoría de las ocasiones. Con un personaje muy complicado, sufridor y luchador, Penélope huye de sus anteriores papeles y se enfrenta a una nueva realidad, la que ve a través de sus ojos, de los ojos de Lena. Blanca Portillo es el poder de la culpa. Su personaje, Judith, no puede olvidar su pasado y vive amargada por sus propios secretos. Por último, una mención especial a Tomar Navas, que es el descubrimiento personalizado, y al malo de la película, Jose Luis García.

¿Puede uno dañar tanto a la persona a la que amas?

miércoles, 18 de marzo de 2009

La concejala antopófaga

Divertida, muy Almodóvar y muy Machi. Una gran pareja que se ha vuelto a unir para rodar 7 minutos de locura textual y conceptual en el que el director vuelve a sus películas más sexuadas.
Extraída de su próxima película, La concejala Antropófaga responde a la pregunta: "¿Qué hace este personaje cuando se queda solo?" y así surge un regalo que muchos teníamos ganas de contemplar, el aperitivo al gran estreno de Los abrazos rotos. Un personaje escaso pero, según palabras del director, "sustancial", que necesitaba algo más, necesitaba expresarse y Almodóvar le dio rienda suelta. Cuenta Penélope que todo el equipo de El Deseo se revoluciona cuando Almodóvar llega con una historia nueva, un nuevo pensamiento o una idea original. Una mañana llegó con este monólogo y ese día nadie hablaba de otra cosa.
Carmen Machi está genial, dice verdades como puños como: "El sexo es un asunto puramente social", o "el placer es lo más democrático que existe", o "hay que incentivar la cultura de la promiscuidad". Decorado puramente almodovariano (quizá me haya inventado la palabra, quizá no) y un texto muy intenso, sin tan sólo una palabra sobrante. Nunca había visto algo tan aperentemente sencillo pero tan complejo en su realidad en sólo 7 minutos.

domingo, 15 de marzo de 2009

Sólo eso y nada más

¡Qué bonito es poder transmitir lo que uno siente! Esta noche viendo Se llama copla (sí, lo confieso, veo el programa de vez en cuando) una de las concursantes me ha emocionado. Se me han saltado las lágrimas escuchando a Miriam. He sentido lo que me estaba contando con su copla Me embrujaste, y conseguir esto merece mi más absoluto respeto.
Sentir la canción, sentir la historia, sentir la melodía,... hay pocos espectáculos en directo que me hayan emocionado; para mí, en estos y sólo en estos es donde uno puede captar con los cinco sentidos lo que nos transmiten los demás, los artistas; Sonata de otoño, Hoy no me puedo levantar, algún momento de Arte, y poco más. Para mí, si algún día logro que una persona me diga "me has emocionado con lo que has hecho sobre el escenario", para mí será todo un triunfo.
Hace días pensaba que mi destino en la profesión interpretativa era mediocre, era un futuro de escaso trabajo y poco reconocimiento, Sevilla, sus cuatro teatros y poco más, pero hoy veo un poco más allá. No necesito ser famoso, no quiero ser líder de masas, mi deseo no es pisar una alfombra roja (como dice una personita a la que adoro), simplemente es poder trabajar de lo que me gusta y hacer que lo que yo siento en el escenario (algo que siento muy dentro de mí y que no se siente al 100% si no lo vives encima de esas maderas) llegue a alguna persona que esté sentado en su butaca mirándome. Nada más. Sólo eso y nada más.

sábado, 7 de marzo de 2009

Fugadas

Como un cuento en el que todo es posible se presenta la nueva obra de la directora Tasmin Townsend. Protagonizada únicamente, y ya es bastante, por las a actrices María Galiana y Rosario Pardo, la obra es un texto surrealista en el que las aventuras de estas dos mujeres que se conocen por casualidad, hará reir a todos los espectadores.
La escenografía llama la atención, la utilización del audiovisual está muy justificada, y la música, que suena extraña en el Lope de Vega, hace bailar a los corazones de los allí presentes.
Escapar, huir, fugarse de lo vivido, ¿quién no lo ha soñado alguna vez? Una ama de casa cansada de su familia y una anciana demasiado soñadora como para vivir en Los Gladiolos forjan una bonita amistad en su camino en el que la canción Toda una vida hace presagiar el futuro de estas dos almas perdidas.
Fuerza, energía y tesón en las dos actrices, variopinta puesta en escena y un rato entretenido son los ingredientes clave de esta comedia. Pasen y vean, señores.

miércoles, 4 de marzo de 2009

La desilusión al crucifijo

Cuando Omero me preguntó cómo me sentía anímicamente yo respondí: "Desilusionado". Por fin encontré la palabra. Siento que hay dos bandos: uno dentro y otro fuera. Música distinta, carriles enfrentados. Veo tu bici, aparcada siempre en la misma esquina. Sé que estás ahí. Siento que me estoy conformando tan sólo con verte. No hay cosa que más odie. Ya pasé por eso y se ha de aprender de los errores, ¿no? Conversaciones eternas me abren un atismo de esperanza en otro bando y aquella peluca blanca del siglo XVIII refleja mi negación ante la archiconocida frase de 'Cualquier tiempo pasado fue mejor'.

Pero tras la desilusión del principio, (a pesar de que veía acercarse a otra clase perdida por la acera de enfrente) me volví a encontrar a mí mismo, a mi yo creativo; a ese que crucifica a un actor en una cruz porque la Iglesia no tiene dinero para comprar un altar. Y me sentí un poco mejor. Menos desilusionado.