El 9 de septiembre de 1668 se estrenó en el teatro del Palais-Royal de París la obra de Moliere, El ávaro. El autor francés muestra en esta obra como un hombre, Harpagón, es capaz de venderse por dinero en un mundo en el que los excesos de todo género son fatales para una vida social normal. Con la avaricia como excusa, se forma una obra de teatro en el que líos y enredos oscilan en torno al dinero.
Dicen que la avaricia rompe el saco y, a veces, la vida. La gente piensa que por tener más dinero se es más féliz pero no es así. Yo, en uno de mis cambios radicales de personalidad, me conciencié de que no es tan importante el ahorrar dinero sino el disfrutarlo con cabeza. El dinero no se lleva a la tumba así que considero que con lo necesario para vivir como medianamente quieras, es suficiente. Como dice aquel anuncio de una conocida tarjeta de crédito, hay cosas que no tienen precio. Salir con los amigos, dormir con ellos bajo las estrellas, tener una relajada conversación, dormir abrazado a una persona muy especial,... esas cosas no tienen precio y, si lo tienen, es pequeño. Hay gente que pierde amistades por no repartir un cupón premiado, hermanos que dejan de hablarse por problemas de herencia, amigos que se deben dinero y nunca se lo devuelven,... ¿no es más bonito repartírselo como hermanos (nunca mejor dicho) y llevarse bien con ellos?
2 comentarios:
A ver que haces cuando te toque
jejeje
Un abrazo
Evidentemente, no puedo hablar, puesto que nunca me ha tocado. A lo mejor cambio de opinión y me vuelvo avaricioso, ¿quién sabe?
Chao
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