En el mundo en el que vivimos hay muchos campos en los que si no sobresales no eres nadie, pero no es obligatorio para ello caer en la soberbia. La semana pasada entrevisté a José María Villegas, un pianista que a sus 19 años es todo un portento. Muchos podrán pensar que en un mundo tan competitivo como el de la música clásica, Villegas ha tenido que lucir soberbia como traje principal y pasar por encima de todos sus compañeros de Conservatorio. Nada más alejado de la realidad. “Yo me fijo en mi carrera no en la de mis compañeros y, además, siempre intentamos ayudarnos. Trabajo sin distracción es la clave del éxito, no el intentar desbancar a los demás pianistas”.
A veces resulta imposible no ser soberbio cuando todo depende de que seas el mejor, el que lidere una gran masa, pero siempre hay que ser consciente de que los demás también cuentan y de que también tienen derecho a ser los mejores. Aunque tengamos destinos semejantes (la mayo-ría de los seres terrestres tene-mos uno parecido: el prosperar en la vida y el triunfar en lo que queremos), no es justo y, por eso sí puedo considerar a la soberbia como pecado, no religioso sino social, al menospreciar al resto de la humanidad.
3 comentarios:
Cuanta verdad.
Por eso se les dice a los grandes artistas que son buena gente, artistas pueden ser mucho pero buena gente poca.
Fue virtual, quizás intenso.
Si nos cruzamos en el mundo, no nos reconoceremos.
Siga usted por estos lares del 'bloggeo', que yo estoy entre hacer un poema o irme a cagar. Como dijo aquel.
Un (b)eso definitivo!
Totalmente cierto luz de gas.
Este texto lo he escrito para un trabajo de fotoperiodismo en el que la foto es esa que le he hecho a una amiga mía, simbolizando la soberbia. No se que os parece.
Ego, ¿esto es una despedida?
Un saludo
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