viernes, 29 de mayo de 2009

Reencuentro

Quería volver, tenía que volver. Tenía que recorrer 200 kilómetros para una conversación, para reencontrarme contigo, con aquella niña loca pero con gran corazón que dejé un día y que desapareció sin avisar.
Tus risas alegraban los días que pasaba en Villanueva. Tus historias, mis historias y el sol del verano era todo lo que necesitábamos. Nunca conseguimos ser primos telefónicos, no sabemos hablar a través de un cable, necesitamos vernos, saber con tan sólo mirarnos a los ojos, lo que pensamos, que nos comprendemos y que, juntos, somos más fuertes.
No hay culpables de nuestro distanciamiento, sólo las circunstancias. Me dolía que llegase, una vez cada dos o tres meses, y te fueses a verlo a él. Me dolía y me extrañaba. "Será el proceso de evolución de cada uno", pensaba.
Pero hoy me alegro, te veía ahí, sentada en el sillón, sin haber dormido, y contándome, con la sinceridad que habías ocultado, todo lo que te había pasado en los últimos dos años. Cosas que desconocía pero que me las contabas como si hubiesen ocurrido ayer. No había reproches y eso me emocionaba. Sentía ganas de llorar cuando me contaste que lo habías pasado mal y me entristecía el no haber estado a tu lado. Pero ahora eres feliz de nuevo.
Me echabas de menos. Te echaba de menos. Te echo de menos. Me echas de menos. TE QUIERO, INÉS.

jueves, 21 de mayo de 2009

Montmartre. Una barrio de lujuría


Si te cuento cómo me lo paso representándolo, seguramente irías a verlo pero esto está dentro de Teatros del mundo y hablaré de la obra, que es lo que toca hoy. Evidentemente, la subjetividad estará impregnada en cada una de mis palabras pero, ¿cómo no hacerlo?

El Lapin Agile (El conejo ágil) es un cabaret que abre sus puertas cada viernes para hacer disfrutar a su público de las chicas más sensuales del planeta, o eso pretender ser. Su dueño, Frederic, vive plena y felizmente rodeado de sus cachorrillos y de su estrella, la gran Satine. El amor se impondrá en la vida del Lapin Agile y el diamante reluciente buscará escapatoria. ¿Lo logrará? Los bailes y las canciones que se representan en el escenario del Casino del Aljarafe nos darán la respuesta.
Diversión, risas, calentura, sexo, desenfreno, más sexo, pasión, amor, celos, traición, ira y desesperación. Todo en una hora de espectáculo y en un barrio parisino, Montmartre que cambiará su fama de artístico por lo lujorioso.

Cuando terminé la primera función, me relajé. Necesité un cuarto de hora para decir "¡Ostia, qué bien me lo he pasado!". Espero que cada una de las funciones que hagamos (ojalá sean muchas, eso depende del público que vaya) sigan siendo igual de divertidas.

sábado, 9 de mayo de 2009

Bifurcación obligada en el camino

Y CONTINUA...

De pronto escuche mi nombre. Francisco Jesús Redondo Pulido. Cogí mi baúl, mi bolsa con la ropa, el chalequillo, los zapatos, mi caja en forma de corazón que me regaló Laura de Zaragora, mi cd,... todo estaba preparado. Era el último. Un suspiro, un "Mucha mierda! demasiado típico pero necesario, dos pasos y, sin darme cuenta, la puerta ya está cerrada.
Preguntas personales sobre lo que he hecho relacionado con el teatro. Símpatía fingida y a hacer los ejercicios.
Lo primero, lectura de un texto, evidentemente mi capacidad mental no da para tanto como para acordarme. Lo segundo, la canción. Un 'Cuando me vaya' que estuvo acompañándome durante todo el verano y en las lágrimas de mi ángel que la identificaba con la posterior despedida que nunca se llegó a producir. Mi vocecita emitía sonidos sin control y el tono que la última estrofa..."ese dulce olor a sal...", no me salía. Pasamos al conflicto con un objeto, salió tal y como lo había ensayado. Lo último, poesía dramatizada. Walking around era mi elegida, 'Sucede que me canso de ser hombre, sucede que entro en las sastrerías y en los cines, marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro...", la música era primordial y... ¿cual fue el fallo? No escuchar la música... quizá también la inexperiencia, el miedo a enseñarselo a la gente por haber preparado algo que no fuese valioso, mi seguridad fingida,... trabajado estaba pero quizá la dirección fuese equivocada.
Tras hacer algo cómico, Debora siempre me salvaba de un apuro, salí con un adios que, de verdad, no maquillaba un hasta luego.
Resultado final: 2 (Con la teoría sumaba un 4) -NO APTO-

Ellos se lo perdieron...

domingo, 3 de mayo de 2009

Camino hacia un sueño

Llegué nervioso, "Verás como llego tarde", les decía a Laura y a María. En la puerta me encontré con otros aspirantes a entrar donde yo quería entrar. Pared de madera y marmol blanco. La RESAD tenía su caché. ¿Estaría allí estudiando en tan sólo un mes? Al subir, mallas, flexibilidad, alternativos, hippies,... y en medio, yo, con mis botines Addidas y mi chandal negro, seguía creyendo en mí y pensando que ser actor era mucho más que un calentamiento superpreparado. Ellas pusieron cara extraña, "Jesús no entra" -pensaron. Pero ahí seguían. Riéndose del mundo y de las cinco horas que les esperaban, las suficientes como para hacerse amigas inseparables.

Nos llamaron para la primera prueba, "trabajo individual o colectivo tendente a la valoración de los aspectos psicomotrices de los aspirantes: disponibilidad corporal, energía, elasticidad, capacidad de coordinación y disociación, postura,sentido rítmico y espacial" se llamaba. Al entrar en la sala, una sala enorme, con espejos a los lados, un tribunal nos dió la bienvenida, "Seremos futuros actores, bla,bla,bla" y empezó todo. Al principio no estaba nervioso, no me ví peor que nadie, apostaba por todo y eso se notaba, aunque también era explícita mi inexperiencia. Cuando me dieron un abanico para que repitiera la secuencia que anteriormente había hecho el profesor dije "que sea lo que Dios quiera", y me puse en medio; el primero y salvo en un par de movimientos, lo logré hacer. No había ido del todo mal. Ahora tocaba esperar a que me llamasen para hacer las otras dos pruebas que me había preparado.


Me tocó el último. A tres muchachos que iban detrás mía los mandaron para su casa para que hiciesen las pruebas al día siguiente por falta de tiempo, pero a mí me tocó esperar. Durante esas cinco horas. Durante todo ese tiempo tuve tiempo de ponerme nervioso, de relajarme, de hablar con los otros aspirantes; gente muy preparada, gente soberbia porque ya se habían presentado tres veces y lo conocían todo,... y un donuts en forma de estrella que me trajeron ellas. Nunca olvidaré ese día.... CONTINUARÁ