viernes, 29 de mayo de 2009

Reencuentro

Quería volver, tenía que volver. Tenía que recorrer 200 kilómetros para una conversación, para reencontrarme contigo, con aquella niña loca pero con gran corazón que dejé un día y que desapareció sin avisar.
Tus risas alegraban los días que pasaba en Villanueva. Tus historias, mis historias y el sol del verano era todo lo que necesitábamos. Nunca conseguimos ser primos telefónicos, no sabemos hablar a través de un cable, necesitamos vernos, saber con tan sólo mirarnos a los ojos, lo que pensamos, que nos comprendemos y que, juntos, somos más fuertes.
No hay culpables de nuestro distanciamiento, sólo las circunstancias. Me dolía que llegase, una vez cada dos o tres meses, y te fueses a verlo a él. Me dolía y me extrañaba. "Será el proceso de evolución de cada uno", pensaba.
Pero hoy me alegro, te veía ahí, sentada en el sillón, sin haber dormido, y contándome, con la sinceridad que habías ocultado, todo lo que te había pasado en los últimos dos años. Cosas que desconocía pero que me las contabas como si hubiesen ocurrido ayer. No había reproches y eso me emocionaba. Sentía ganas de llorar cuando me contaste que lo habías pasado mal y me entristecía el no haber estado a tu lado. Pero ahora eres feliz de nuevo.
Me echabas de menos. Te echaba de menos. Te echo de menos. Me echas de menos. TE QUIERO, INÉS.

5 comentarios:

Ego dijo...

Lo que viene a confirmar que la distancia no es el olvido.
Querer de esta manera es hermoso.
Y admirable.
Un (b)eso

Me_llaman_coko dijo...

Pues sí. Ojalá nunca haya rencores...

Un besooo

Sergio dijo...

Y que dure...

¡Un abrazo!

Juan Duque Oliva dijo...

Y si hay rencores que el amor acabe con ellos.

Me_llaman_coko dijo...

Apuesto por lo q decís.

Un abrazo a los dos. (Sergio, me alegra q vuelvas a pasarte por aquí)